Las gradas se derrumbaron a eso de las 22.30 horas de una noche de verano, lesionando a 70 personas y causando una falla en el suministro eléctrico que sumió a toda la zona del desastre en la oscuridad.
El despachador de emergencia con el numero 911 que había sido alertado por los vecinos envió a un oficial de la policía para investigar. Él, después de valorar la situación, pidió una ambulancia y un camión de bomberos. Cuando llegaron los técnicos médicos en emergencias (EMTs), treparon a la parte más alta del graderío en compañía del oficial y allí descubrieron a un gran numero de personas lesionadas y atrapadas. Al percatarse de que la magnitud del desastre era mayor de lo que un sistema de urgencias normal podía manejar, pidieron la colaboración del despachador, quien activo el programa para casos de desastre de la comunidad. Inmediatamente llegaron al sitio de los hechos más policías, técnicos médicos en emergencias y bomberos, con sus equipos y material adecuados para estas situaciones. Se notificó al jefe de bomberos, al centro de operaciones de emergencias y otras autoridades. El COE avisó a hospitales locales y regionales, que a su vez tomaron algunas medidas para coordinar las labores de apoyo en la catástrofe.
Al pasar en su automóvil por el estadio de beisbol, una enfermera vio llegar a los camiones de bomberos que se estacionaban para prestar ayuda. Observó la escena de caos: personas que corrían, gritos pidiendo auxilio y metal aplastado. Insegura en un principio acerca de la forma en que podría ayudar, vio a los oficiales de la policía tratando de alejar a los curiosos de los cables de la luz que se hablan caído y a los técnicos médicos y bomberos tratando de rescatar a las víctimas de entre las ruinas. Se percató de que al realizar tales maniobras, trataban de que la escena del accidente fuera un sitio seguro, con lo cual cumplían la primera meta de la atención en casos de catástrofe.
En este momento la enfermera advirtió que la mejor forma como podía ayudar era organizando el área del desastre, que es la segunda meta del programa para casos de tragedias. Una zona de pasto en el campo de juego, muy cerca de la carretera, fue el sitio ideal para establecer la zona de tratamiento, y varios técnicos médicos la auxiliaron para desplazar a los primeros tres damnificados al área. Antes de que los técnicos regresaran a la zona del desastre se había llevado a cabo la valoración del estado de las tres víctimas y se iniciaba el tratamiento de las mismas.
Durante ese tiempo, los funcionarios comenzaron a asignar personal al Centro de Operaciones de Emergencia para recibir los reportes de la situación del desastre, solicitar la ayuda de las comunidades vecinas, reclutar personal y equipo adicionales. Todos los hospitales locales pusieron en marcha sus propios programas para situación de desastre y hablan notificado al COE respecto al número y tipo de pacientes que podían recibir.
Una de las víctimas, un joven que percibió las primeras señales del desastre, como el ruido de las gradas al caer y el parpadeo de las luces, quedó atrapado debajo de una montaña de tablones de madera y vigas de metal. Imposibilitado para moverse y auxiliar a otras víctimas, sólo pudo esperar hasta que un socorrista llegara con una lamparilla de mano, le hiciera una señal y le pidiera que esperara.
Mientras tanto, la enfermera al advertir que los técnicos médicos no se sentían cómodos realizando las tareas de selección, se ocupó ella misma del proceso en las víctimas que comenzaban a llegar en un número cada vez mayor. Se colocó a la entrada de la zona de tratamiento y rápidamente examinó a cada persona que le llevaban. Trabajó con rápidez, y determinó el nivel de conciencia y la frecuencia del pulso de cada víctima También, revisó el cuerpo de cada uno de los damnificados para saber si había sufrido alguna lesión grave, y recibió los reportes del personal de rescate, respecto de lo que hablan encontrado cuando rescataron a las personas y las llevaron a la zona de tratamiento.
La enfermera comenzó a clasificar a las víctimas de acuerdo con sus necesidades, utilizando el sistema de selección simple de tres niveles de prioridad. Los accidentados que necesitaban tratamiento y transportación inmediatos fueron colocados en la primera hilera por los técnicos médicos y la enfermera dio instrucciones al personal médico que estaba con ella, para que concentrara sus esfuerzos en atender a esos pacientes. También colocó en la frente de cada lesionado un trozo de cinta adhesiva en que escribió el nivel de prioridad al que pertenecían.
Al aumentar el numero de víctimas, se formaron dos hileras para lesionados de la segunda prioridad, y después, tres hileras. Hubo de tomarse decisiones difíciles: colocar a un paciente con heridas profundas y masivas que le ocasionarían una hemorragia mortal, al final de la tercera hilera, de modo que otros pacientes mas viables pudieran recibir atención.
El joven que quedó debajo de los escombros, finalmente fue liberado, y llevado sobre un tablón a la zona de tratamiento por el personal que le hizo una revisión inicial para saber si tenía alguna lesión mortal. Cuando llegó a la zona de tratamiento, la enfermera le tomó el pulso, y revisó su cabeza, palpó su tórax y su abdomen, y observó sus extremidades para saber si tenía alguna hemorragia oculta. El socorrista indicó a la enfermera que el joven posiblemente tenía una fractura. Resultó ser la única lesión obvia, de manera que se colocó al joven en la hilera de segunda prioridad. Por primera vez se le midió su presión arterial, lo cual se repitió varias veces antes de llegar al hospital. Quince minutos después de su rescate, la enfermera y el técnico médico de urgencias hablan inmovilizado su pierna colocando vendajes en sus abrasiones y raspones, y lo habían cubierto con una manta.
Al llegar las unidades de apoyo de las comunidades vecinas (30 minutos después de iniciado el desastre), la enfermera pidió a los paramédicos que continuaran con la selección para que ella pudiera dedicarse a las víctimas que no hablan recibido tratamiento. Un grupo de enfermeras, paramédicos y técnicos medicas en emergencias trabajaban en conjunto para aplicar sueros intravenosos, aspiración, trajes antichoques, intubación nasotraqueal y otras técnicas terapéuticas. Los pacientes después de haber sido valorados y tratados, estuvieron listos para su transportación, de acuerdo a las prioridades que se les hablan asignado.9 Los muertos fueron transportados al depósito de cadáveres de la ciudad, por los empleados de las funerarias de la localidad.
90 minutos después de que se derrumbaron las gradas, la enfermera volvió al hospital en donde trabajaba. Fue llevada en la misma ambulancia que transportaba al joven con la pierna fracturada, y ella auxiliaba al técnico en la atención de los pacientes mientras se dirigían al hospital.
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